jueves, 31 de diciembre de 2015

La Música y el Sonido en el Cine

¿Qué es el Cine?

Columnista: Ricardo Navarrete

La música en el cine sonoro es un gran pilar con el que se juega a la par para crear imágenes, y es de suma importancia poner atención a la producción sonora.

Nos hemos ya situado un poco en contexto del origen del cine. Pensar que desde el hombre prehistórico existen huellas de una representación del mundo en imágenes nos transportan a pensar que seguimos[1], por más que pasan los años, buscando representaciones, tocar al otro con esas representaciones, dejar huella de nuestro paso por esta dimensión, trascender como reflejo de la humanidad etc.

El aparato que evoluciona tecnológicamente se convierte en nuevas formas de expresar esas sensaciones al vernos en la maravilla del mundo. Por ello es que el ser humano en uso de sus características como especie crea las artes y las formas de transmitir sus sensaciones a través de ellas, que sirven de fuente para nutrir al cine. 

Los artistas son el Víctor Fankenstein, y el cine su creación viva. 

Por lo tanto, si intentamos acercarnos al cine, tanto como autor o espectador, es necesario acercarnos a las demás artes y al cine, siendo el arte que responde a nuestra época. Por ejemplo, pensar la música como aquellos sonidos que nos provocan sensaciones y que compuestos armónica o des-armónicamente expresan situaciones que transcienden en otros. Así por ejemplo en la música clásica se plasmaban historias, externas o personales, que según las sensaciones experimentadas se escuchan reflejadas mediante el sentido del oído, y que a su vez, generan imágenes en nuestra mente.


Para ejemplificar más específicamente, podemos tomar a Beethoven como reflejo de la sensación musical. Su vida, frustración y melancolía se encuentran a lo largo de su obra. Es menester conocer la vida del autor para clarificar todas aquellas sensaciones que nos provoca al escuchar sus composiciones[2]. Aquel vaivén de emociones de la frustración a lo espiritual, de la tranquilidad a la agonía etc. No obstante, con sólo dejarnos llevar por su música podemos experimentar esas sensaciones y formarnos imágenes que nos afectan.

Así estas imágenes que produce la música desde la sensación son ocupadas en el cine. Desde que el cine se producía silente, ya se pensaba desde la música: Berlín, Sinfonía de una gran ciudad (Walter Ruttmann, 1927), El hombre de la cámara (Dziga Vertov, 1929), Un perro Andaluz (Luis Buñuel, 1929) etc. la musicalización es indispensable para atrapar por completo estos films proyectados. De esta forma, la música en el cine sonoro es un gran pilar con el que se juega a la par para crear imágenes, y es de suma importancia poner atención a la producción sonora; a las imágenes sonoras que genera el cine, y que no solamente se reduce a lo musical, sino a los sonidos en general y que nos afectan de cierta forma cuando están pensados para un film en específico ya sea en un plano, en una escena o secuencia.





[1] La caverna de los sueños olvidados
[2] Steinnitzer, Max., Beethoven,  F.C.E., México, 1953.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Alma de Artista Encarcelada en un Oficio de Represión

El show Galindez, de Tato Villanueva llega a Guadalajara, aportando al Ciclo de Comedia de Foro Periplo en el mes de diciembre.


El clown argentino, Tato Villanueva, presentó como segunda de tres funciones del Ciclo de Comedia de Foro Periplo, Galindez; un show de clown y teatro físico que ataca y defiende al mismo tiempo las expresiones artísticas de la ciudad que se albergan en foros como éste.

El viernes 18 de diciembre, Galindez se presentó después de ocho años de su creación y de haber sido expuesta ante público en Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia, Brasil, Venezuela y Colombia. Y con un personaje de un policía absurdo, vestido con pantalones cortos y con ideas extremistas, Tato Villanueva entró al set para interrumpir una función musical de guitarra y voz. 



Al principio se extrañó por la naturaleza del espectáculo, y al revisar alrededor, vio que donde estaba era un teatro, y fue entonces cuando se dispuso a clausurarlo. Con ideas de que la expresión y convivencia eran algo sin sentido, condena a todos los sitios culturales a una clausura.

Durante el desarrollo de la trama, el policía Galindez muestra diferentes facetas de su personalidad: su enamoramiento con una compañera de trabajo, su sumisión frente a su jefe, parte de su obediencia total al protocolo y al deber de su profesión.



Mientras sus refuerzos llegan, Galindez debe esperar in situ, por lo que termina conviviendo con sus prisioneros y, al final de la historia, comprende y quiere lo que sucede ahí.


Conquistado por el arte y la cultura, era una alma artista encarcelada en un oficio de represión.

Tato Villanueva, ayudado por otros clowns, músicos e iluminadores, llevó a cabo este número de teatro físico y clown, en el que dentro de la historia ponía metáforas y explotaba su mímica y actuación para llevarnos a ellas.




Lo rico del teatro físico es poder interactuar con lo que no está ahí.

Entre coreografías con escobas, interpretación de un serrucho, juegos con su sombra despegando su cabeza de su cuello y simulando un gran ojo, el clown argentino hizo una ovación a los centros culturales que se prestan para hacer más alegre y dar significado a la vida de espectadores y productores. 




viernes, 18 de diciembre de 2015

Luces y Sombras Sonorizadas por OFUNAM

Como parte de un programa navideño, la Sala Nezahualcóyotl de Ciudad Universitaria, albergó un evento artístico interdisciplinario que llevó a un nuevo nivel la historia navideña de El Cascanueces.


La obra tuvo la sonorización de la OFUNAM, con la dirección de Dimitri Liss. Al mismo tiempo que la historia era narrada por el literato, actor y cantante Luis Miguel Lombana. Durante el primero de dos actos, la atención del espectador debía dividirse entre elementos auditivos, como la narración y la interpretación de las famosas obras por violines, trombones y chelos; y elementos visuales, aportados por el talentoso pintor y artista Arturo López "Pío", con su seguimiento a la historia por medio de proyecciones de dibujos que acompañaban música y narración en paralelo.

Arturo López "Pío", con su técnica autodidacta e innovadora de pintar sobre la luz con tinta china, arena y agua, fue ilustrando las historias que Lombana contaba y que Liss orquestaba. La experiencia más parecida a ella es una ida al cine, pero aún ahí se pierde la magia y el descubrimiento de ser testigos del proceso de creación de la obra: la transformación que adquieren los personajes en el transcurso del tiempo dentro de la historia. Añadiendo agua, tinta o aire, los paisajes que Pío ilustraba y se proyectaban en una pantalla al fondo, adquirían movimiento y vida; así como el cascanueces -con la magia de una ilusión- se convirtió en humano.


Los paisajes que Pío ilustraba y se proyectaban en una pantalla al fondo, adquirían movimiento y vida; así como el cascanueces -con la magia de una ilusión- se convirtió en humano.


Para el segundo acto, después de un breve intermedio, la orquesta volvió a tomar su lugar, al igual que los artistas literatos y visuales. Pero entonces, con La Marcha, dos bailarines ingresaron a la sala para ilustrar con expresión corporal la travesía que corrieron juntos Olivia (Julieta Martínez) y Cascanueces (Diego Mur), en su intento de postergar la transformación de éste último.




Las obras más conocidas de El Cascanueces, de Piotr Tchaikovsky fueron interpretadas por la orquesta que, con sus suaves melodías llenaron la sala Nezahualcóyotl.


Las arpas, que suspenden el tiempo y lo mantienen en el aire, daban entrada a un mundo fantástico fuera de la realidad que ataba a cada espectador a su pupitre. Con violines y chelos se tensaban los músculos al estar dentro de la búsqueda del bambú dorado que se proyectaba desde la mesa de trabajo de Pío en la Danza China.


Con la dinámica de la luz proyectada y los bailarines en el escenario, se jugó con ilusiones ópticas que hacían que Olivia quedara aprisionada dentro de una burbuja de agua, que Cascanueces -ya convertido en humano- tomara sobre sus manos oscuras, de sombra, un sable para entregar al hada de azúcar.

Así, entre luces y sombras, el Cascanueces y Olivia pudieron cumplir su sueño, guiados por la voz de Lombona y atraídos por la orquestación de Dmitri Liss. Una ilusión que atacó a todos los sentidos, luz, música, danza, tinta, voz.

Mientras la luz bajaba, una voz terminaba la función diciendo: "Hay que concedernos a nosotros mismos el deseo de vivir en un mundo donde los sueños, por más imposibles que sean, se hagan realidad".







domingo, 13 de diciembre de 2015

Bravísimo en la Caja Mágica

Como primer función del Ciclo de Comedia del Foro Periplo, la compañía Bravísimo presentó Imaginarios, obra que tocó temas de la inmersión de la televisión en nuestra vida cotidiana



Varias aventuras se vivieron con tres integrantes de Bravísimo en torno al zapping en la televisión. Con un

Los actores, al mismo tiempo de ser personajes, eran la escenografía -funcionando como nave espacial, como paredes y gimnasio de entrenamiento intenso-, eran los efectos sonoros -de propulsiones y explosiones- y efectos visuales -cambiando los planos de general a detallado y agregando escenas en cámara lenta cuando la trama lo ameritaba-.

Con la versatilidad de los hombres bajo los reflectores, trajeron al público como invitado en todas sus aventuras. Fueron de un viaje espacial a una película chanbara (lo equivalente al cine de capa y espada Oriental). Sólo con coreografías de tipo power ranger iban cambiando los planos y contextos de su historia. Si alguien hubiera entrado y visto el acto, seguramente hubiera dado por locos a los participantes.

Pero ¿cuándo fue la última vez que hicimos coreografías, saltos y carreras dentro de una historia tan real y fantasiosa al mismo tiempo?

Ojalá pudiéramos seguir divirtiéndonos como cuando éramos niños

Después de la diversión de seguir a los personajes principales por sus viajes, la obra dio un giro para convertirse en una sátira, que en su humor escondía una crítica a la enajenación y la realidad distorsionada que habita en la televisión. 

Con comentarios aislados, los tres personajes se hicieron conscientes de su condición de estar dentro del aparatoso creador de contenido audiovisual. Fue entonces cuando rompieron las fronteras entre la TV (escenario en este caso) y el espectador. Espacialmente, el escenario se extendió hasta las butacas, explorando los límites de las transmisiones televisivas: que muchas de las veces se deberían quedar dentro de ese proyector, y no convertirse en una extensión de nuestra realidad. 


  

jueves, 10 de diciembre de 2015

Alegremente Ominoso

El artista visual tapatío, Leo Albizo, presentó su exposición Alegremente Ominoso en las paredes del Foro Periplo


El miércoles 9 de diciembre se llevó a cabo la inauguración de seis piezas y una instalación en torno al tema de lo ominoso. Con personajes desarrollados y una mezcla de surrealismo y pop art, las obras de Albizo transmiten una profunda contradicción en los espectadores.

Foro Periplo adecuó su espacio, junto con el Café Pícaro para que los asistentes llegaran a un ambiente relajado en el que, tomando una prueba de vino tinto, pudieran recorrer el recibidor y el patio examinando a detalle las piezas de Leo Albizo. Que con una descripción breve del concepto de lo Alegremente Ominoso, comenzaba el recorrido por las paredes del establecimiento. 



Una instalación de cráneos de color fluorescente que chorreaban pintura de graffiti sobre un fondo negro era lo que llamaba la atención del espectador desde que pasaba por fuera del Foro. Esta caída llevaba hasta un montón de huesos humanos: que en blanco y negro hubieran transmitido la sola sensación de frialdad y peligro, pero que con sus brillantes recubrimientos mezclaban ese impacto con una imagen colorida.



Ominoso, de lo reprimido, eso que retorna provocando angustia.

El humor corrosivo de las obras del también profesor de la Lic. en Artes, Leo Albizo, fueron lo más característico de esta exposición. Con colores y significados que se encontraban en los extremos opuestos de un repertorio de emociones, lo psicodélico y oscuro formaron parte de un mismo tiempo y espacio. Visita Foro Periplo (Prisciliano Sánchez 790, zona Expiatorio) para ver la exposición que estará en sus paredes hasta el mes de enero.

Leo Albizo tendá próximas exposiciones en febrero y marzo del 2016, les platicaremos de ellas.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Aprender de Cine

¿Qué es el Cine?
Columnista: Ricardo Navarrete

Como vimos en el artículo anterior, es importante acercarnos al cine para relacionarnos con el arte y nuestro entorno. Si logramos tener una visión que nos haga criticar – de la mejor manera- un filme, entonces estaremos cumpliendo como espectadores. No obstante, también el director debe cumplir con la suya y hacer parte al espectador de su “obra”*. [1] Pero los espectadores debemos cumplir con nuestra parte así que, como un relojero, desmantelemos pieza a pieza aquello que debemos considerar al apreciar un filme.

Para ello demos un viaje breve al origen del cine. Es interesante revisar cómo se da la llegada del cine para contextualizar el avance hasta nuestros tiempos del aparato[2] cinematográfico.


La necesidad del hombre por representar el movimiento se ha reflejado desde la prehistoria en sus representaciones pictográficas en las que ya había un intento de plasmar animales con tres o cuatro patas de una.  La pintura es la herramienta que sirve de catapulta para seguir pensando el movimiento en las imágenes.

Mucho tiempo más adelante se inventan formas de representación que tengan ese movimiento, por ejemplo el teatro de sombras  (sombras chinescas) en el siglo XVIII unos de los primeros logros de representación en una pantalla con movimiento.  

Físicos y matemáticos estudiosos de la física de la luz se interesaron por este tipo de representación de imágenes y en sus trabajos con luz lograron conformar la Cámara oscura. Una caja oscura con una ligera entrada de luz que se convertiría en el objetivo es lo que permite la entrada de la luz en imagen que queda plasmada en la pared opuesta al interior de la caja.

Más adelante aparecería la Linterna mágica, que constaba de imágenes dibujadas en láminas de vidrio que se colocaban antes del objetivo y que proyectaba paisajes donde generaban el movimiento de las imágenes con la intención de contar historias.

El desarrollo de la cámara oscura dará como resultado la primera fotografía en la que ya habría una representación idéntica de la realidad. Esto, entre otras cosas, trae consigo el movimiento vanguardista pues después de que la pintura fuera la única forma de representación en imagen visual, pierde esa prioridad haciendo que se cuestionara a sí misma y su reinvención.

Más tarde, con la amplitud del trabajo en las cámaras, siempre en busca de esa representación del movimiento soñada, Joseph Nocéphore Niépce -el realizador de la primera fotografía en 1836- y su compañero se encargaron de desarrollar el Daguerrotipo (el segundo se encargó de sacarlo a la venta a la muerte de Niépce), que puede representar imágenes más definidas e instantáneas. De ahí se trabajará en el desarrollo de la ilusión del movimiento con aparatos como: Taumatropo (1824), Fenaquistiscopio (1829), Zootropo (1834), Praxinoscopio (1877). En 1877 realiza la primera serie fotográfica en instantáneas de un caballo de carreras por Eadweard Muybrdge proyectada en un Zoopraxiscopio inventado por él. Étienne J. Marey perfecciona la técnica e inventa el Fusil Fotográfico y la cámara de Coronofotografía. Ya en 1888 Georges Eastman introduce el rollo fílmico y por otro lado Thomas Alva Edison inventa el Kinetoscopio que era un aparato individual en donde eran proyectadas imágenes que pasaban en rollo en el interior de la caja.

Hasta 1893, con el estudio de los hermanos Lumière logran construir el Cinematógrafo. Así en 1895 se logra hacer la primera proyección de las imágenes reales en movimiento llamada “la llegada del tren”. Esto marcaría el rumbo de un nuevo aparato perceptivo, en adelante a pesar de que los mismos hermanos Lumière abandonaran el proyecto por creer que se había logrado todo y no  tendría más futuro la cinematografía.

No obstante, lo que debemos reflexionar con el avance de estos inventos es que funcionan como aparato, como objetos que afectan a la percepción del mundo. Y esto logró que encontráramos la representación del mundo en movimiento en imágenes, en las imágenes reflejo que ponen en cuestión nuestra necesidad de creación que surge de nuestra imaginación. Porque en nuestra imaginación podemos ser ese humano prehistórico con la necesidad de representarlo pero los aparatos que han surgido hasta ahora han cambiado también nuestro sentido de vida. Sin embargo existen aún algunos que le dedican tiempo a esa reflexión de la representación, y que intentan llevarla a otros. El cine es una pieza fundamental hoy en día, pero no cualquiera lo consigue. 

[1] Pongo entre comillas el concepto de obra refiriéndome  a obra de arte, ya que no cualquier intento de cine podría llamársele obra de arte. Probablemente al paso de la información en estos artículos podremos tener un juicio propio e informado para distinguir cuándo una obra es obra de arte o no.
[2] El concepto de Aparato es aquél que proviene de pensadores como Walter Benjamin, Jean-francois Lyotard, Jacques Ranciére, Michelle Foucault y Gilles Deleuze. Este aparato estético es aquel que nos permite pensar la técnica y al objeto técnico como una instancia que forma percepciones.

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domingo, 29 de noviembre de 2015

Los Gatos no pueden Volar

El acto de Les Optimistes, compañía de circo francesa, tocó temas cotidianos como el amor, la amistad, la soledad, la traición...




Les Optimistes presentaron por segunda vez Los Gatos no pueden Volar. Con pequeños actos de acrobacia, aro aéreo, mástil fijo, malabares y cuerda lisa, los diez integrantes fueron desarrollando sus vidas día con día de una manera más pintoresca.

Uno a uno, o en parejas, iban desarrollando números de malabares en donde el nivel de dificultad aumentaba al tener que atrapar los objetos después de que pasasen por el centro de un aro que sostenía otro compañero. Dentro de esta acrobacia, se iba desdoblando una coreografía perfectamente sincronizada en donde el asombro del público era la principal motivación.



Este juego de malabares se extendió a una discusión y juego de seis de los artistas en escena, mientras pasaban el rato en un sillón dentro del set, entre todos iban manipulando las pelotas y cambiando de lugar: como si la pelota misma fuera la palabra que cada persona toma dentro de un debate en una reunión común y corriente.


Entre otras interacciones de este grupo de amigos, hubo también acercamientos románticos: cortejos en los que se ofrecía -en vez de una canción- un acto en mástil fijo (ese es el sueño).

Como en todos los grupos, había roles que se cubrían entre los integrantes. Estaba la enamoradiza, que no hacía más que preguntar si alguien querría casarse con ella; estaba el hiperactivo, que con sólo un par de gotas de alcohol se ponía agresivo y buscaba pleito con quien se le pusiera en frente, incluso si eso diera pie a una gran coreografía de acrobacia de piso. 

Entre pláticas y desvelos que pasaban juntos, era inevitable hablar de sus sueños: de lo que los motivaba a levantarse todos los días. A pesar de que estos en un principio sonaran irracionales e inalcanzables -como volar- podían hacerse realidad con las herramientas necesarias. Como los gatos, que no vuelan precisamente sino que maniobran para caer en las cuatro patas, ellos podían servirse de una cuerda lisa o un aro aéreo para separarse del piso y balancearse en el aire.





Al fin de cuentas, los sueños inalcanzables sólo necesitan el medio correcto para convertirse en realidad.


Se tuvieron sus altos y sus bajos, como siempre, y fueron retratados con guturales blues como música de fondo, pistolas y muerte, pero de repente todos perdían la cabeza, se volvían locos. Y en la fiesta se lanzaban al aire, se colgaban de aros, se paraban de manos, hacían acrobacias entre ellos, y festejaban la vida: arriba o abajo, festejaban vivir alrededor de quienes los hacen vivir mejor, amigos que se convierten en familia y que vuelan con ellos.




viernes, 27 de noviembre de 2015

Esto, la vida, es un juego. Déjate caer.

Texto y fotos: Inés Magaña


Larva, animal que se encuentra en la primera etapa del desarrollo posembrionario, justo entre en inicio y la posibilidad, al igual que los artistas circenses, siempre inocentes y atrevidos. Quizá por ello los niños que se encuentren entre el público se atreverán a acercarse al escenario y arremedar a los artistas internacionales que se presentarán en la Gran Gala de Lechugas del FICHO.

Faltan treinta minutos para que comience el espectáculo, un hombre está en la cuerda, arriba muy arriba, su visión del espacio aún vacío es privilegiada, otro hombre, que ha decidido caminar en calzones rojos por el recinto, practica su número con los bastones. Las luces continúan dormidas, los susurros vivos, igual que sus ansias por conocer al público.

Cuerdas, maromas, bamboleos, gracia, “Paty, acomoda la luz” y “ahorita nuestra chamba es que esté limpio”. Claro, antes de que las lechugas y flores comiencen a volar en el aire para impactar en el cuerpo y rostro de los artistas cuando la trompeta de Rigoberto, el floor manager, lo indique al finalizar cada acto. Esto es la Gala de Lechugas y así se interactúa entre los que están dentro y fuera del escenario.

De pronto “ingresa público, todos a camerinos”, unas luces iluminan el escenario, se dirigen a un trío de músicos: cello, piano y un juego de platillos con una especie de instrumentos con forma de caparazón de tortuga. Juntos, la precisión de los seis brazos de los músicos comienza a seducir al público mientras inicia el primer espectáculo. Las voces de los que acaban de acceder al escenario de LARVA pululan en el ambiente antes mudo y los niños ya bailan al ritmo de la música, se alejan de sus padres.

Piano, cello, platillos y el tambor tortuguesco, qué goce para los que escuchan a los músicos; indulgentes a la indiferencia de la mayoría. Ya no quedan asientos disponibles, pero el suelo sirve igual. Rigoberto aparece en escena y pone orden, también diversión “¿cómo están hoy preciosos, están listos?”. Aplausos, muchos, fuertes. A Rigoberto se une Lechuga Manager, quien presenta al elenco internacional con rostros árabes, canadienses, chilenos, brasileños, franceses, mexicanos… 14 países se han unido esta noche.


“Lleve sus lechugas y sus flores”, van diciendo entre el público los vendedores ambulantes. Apagan las luces que iluminan al público, todas se concentran en el escenario, comienza el primer acto: el artista de calzones rojos ahora lleva una máscara, a él se ha unido una mujer, máscara en rostro también, fingen luchar haciendo gestos, sonidos guturales de “aaaaah” y causando risa entre los presentes, la mujer gana y Rigoberto hace sonar su trompeta para que las hortalizas sean lanzadas, pero el público aún es tímido y las lechugas y flores se hacen esperar. El segundo acto compensará la falta de proyectiles, una pareja de enamorados danza dentro y fuera de un aro, hipnotizan con sus movimientos efímeros, ella viste un vaporoso vestido negro, él unos jeans roídos y blusa negra, se acercan y alejan, salen y entran al aro, al fin se abrazan, ¡aplausos y lechugas!



En la Gala de Lechugas el elenco hace de todo, por ello los artistas también fungen de presentadores de los actos, o barren las verduras de regreso a las manos de los espectadores que ya han calentado el brazo y olvidado la timidez. El tercer acto se acerca con el caminar de un músico que, cello en brazos, arrastra una silla detrás de sí, la ha unido con un cordón a su pantalón. Cuando ha llegado al fondo del escenario, se sienta, comienza a cantar sobre una estrella que brilla para todos excepto para él, se enoja, “¿por qué no brilla para mí?”, gesticula al público y le hace reír, después arranca una dulce y añorante melodía a las cuerdas de su instrumento, el público calla, escucha, y olvida el trompetazo de Rigoberto, aunque cuando lo escucha, ovaciona con hortalizas al brasileño.

El siguiente número ha pintado un círculo de luz en el centro del escenario, ahí se encuentra un hombre vestido de negro que no lleva aros, ni bastones, ni instrumentos musicales, ni máscara… sólo su cuerpo y emociones, las cuales transmite con cada movimiento de sus manos, piernas, cuello, tórax. El círculo de luz es su reino, y no sale de éste en ningún momento, tan sólo cuando la música finaliza y el hechizo se rompe, entonces, resuelto y sonriente, se acerca a su público con brazos abiertos a ser ¿lechugado y floreado?


Para continuar con la magia, la mujer del primer acto, aquella que ganara la batalla, se acerca con un hombre que toca la guitarra. Un aro, quizá el de la pareja de enamorados del segundo espectáculo, pende de un hilo. Al aro se dirige la campeona, a una silla el músico. Con las notas de la guitarra inician los contoneos de la artista en un frágil objeto que controla con maestría, la flexibilidad de su cuerpo impacta, también las manos dóciles del guitarrista que marcan el compás del acto. Es visible el dominio de la mujer sobre sus movimientos, sin embargo, disfruta haciendo reír a los niños y presentes, por ello juega a que no sabe lo que hace, que teme caer del aro, juega, de hecho, a ser uno de nosotros si nos encontráramos en su situación. ¡Trompetazo Rigoberto!, ya sabemos qué sucedió después.

Se acerca el intermedio, pero antes, en un último intento de despistarlo, tres artistas marcan su territorio en el escenario. La música en vivo, es un elemento constante, se ve porque uno de ellos lleva una pequeña guitarra con la que desea distraer a los otros dos de una pelea en la que se han enfrascado, pero no funciona, y si no puedes contra ellos: únteles, por ello decide olvidar su instrumento y saco de vestir, para enfrascarse en la lucha que desarrollan en cámara lenta, con claveles y hojas de un libro que han decidido lanzar por el aire, ¿por qué no? Carcajadas, aplausos y se encienden las luces que iluminan a los espectadores.


A desentumir el cuerpo, los sentimientos y comentar los shows al compás del mismo trio que antes de la Gala inundara el ambiente, si es posible, la música es más dulce, quizá emana de todo el cuerpo de los músicos, no solo de sus manos. Están concentrados en su arte, ojos cerrados, ceño fruncido, sonrisa tranquila. Nunca se debe olvidar ver al rostro de los músicos cuando tocan, su entrega es completa, se rinden ante las notas, saben que están seguros.

Quien no está seguro es el siguiente artista. Cuando las luces se dirigen al escenario de nuevo, un hombre comienza a caminar alrededor de un gran pole, gira alrededor de él, en una dirección, en la otra, se aleja, regresa, los sonidos de un tren oxidado alteran las emociones. Su actitud es retadora, toma al mástil en sus manos, sube, sube más, está a más de tres metros de altura… ¡se deja caer!, queda a tres centímetros del suelo, ni siquiera hay una colchoneta que lo proteja. No le importa, ha conquistado al público y está listo para recibir la lluvia de hortalizas, cuando se acerca a los asientos, el público observa sus ojos hipnóticos, tan azules que cerca están del blanco, encuentran el marco perfecto en su tez morena.

Para continuar con la seducción, dos mujeres, dos contorsionistas que unen sus cuerpos hasta hacerlos uno, claman su poder sobre el escenario. La confianza entre ambas es total, lo dicen sus movimientos, sus bailes pausados. Lo primero que hace una es recostarse en el suelo, boca arriba, su compañera coloca su pierna en su frente, camina sobre ella, tranquila y segura de la entrega de la otra. Son frágiles y atléticas como sólo los artistas circenses logran ser, continúan con su número, impactando al público e impactando sus cuerpos. Es uno de los actos que más “wooows” logra sacar de las gargantas presentes. Rigoberto se acerca, da la señal de ataque y las lechugas son proyectadas en el aire, una de las mujeres, la de la derecha con camisa gris, recoge un puñado de flores y verduras y lo mastica juguetona.


En el último acto que presenciaré una cuerda gruesa pende del techo, en ella se colgará un hombre que la hará hondear entre su cuerpo. El sube y baja es constante, se acerca al suelo, se aleja del suelo, viste un suéter gris y jeans del mismo color. En un arranque de seguridad, obtenida en una vida de entrega y práctica, ata alrededor de sus ojos una tela que le vuelva ciego, y sube, ligero, hacia el techo del foro, para atarse y desatarse de la cuerda, pareciera que va a caer, solo su fuerza lo mantiene a flote. Lo único que cae por montones son los aplausos, y el trompetazo, y las lechugas, y las flores, y los silbidos.


El show continúa dentro, yo me alejo hacia la noche, a veces es mejor no tener la memoria de un fin en la mente, la Gala de Lechugas merece permanecer inconclusa, con una eterna posibilidad, igual que una larva. Cuando salgo me topo con el hombre de ojos cuasi blancos, toma una cerveza, me acerco y lo cuestiono sobre las razones que lo han traído desde Jerusalén; ciudad antigua y azotada por la guerra, hasta Guadalajara: “No puedo parar, si lo hiciera me sentiría inútil, mi vida no tendría sentido. He elegido el arte para expresarme, otros, las armas.”, confiesa Fadi Zmorrod.



Todo ha terminado para mí, y las conclusiones de aquella noche son claras. Todos los artistas transmitían el mismo mensaje en la Gala de Lechugas: Esto, la vida, es un juego. Déjate caer.