lunes, 30 de noviembre de 2015

Aprender de Cine

¿Qué es el Cine?
Columnista: Ricardo Navarrete

Como vimos en el artículo anterior, es importante acercarnos al cine para relacionarnos con el arte y nuestro entorno. Si logramos tener una visión que nos haga criticar – de la mejor manera- un filme, entonces estaremos cumpliendo como espectadores. No obstante, también el director debe cumplir con la suya y hacer parte al espectador de su “obra”*. [1] Pero los espectadores debemos cumplir con nuestra parte así que, como un relojero, desmantelemos pieza a pieza aquello que debemos considerar al apreciar un filme.

Para ello demos un viaje breve al origen del cine. Es interesante revisar cómo se da la llegada del cine para contextualizar el avance hasta nuestros tiempos del aparato[2] cinematográfico.


La necesidad del hombre por representar el movimiento se ha reflejado desde la prehistoria en sus representaciones pictográficas en las que ya había un intento de plasmar animales con tres o cuatro patas de una.  La pintura es la herramienta que sirve de catapulta para seguir pensando el movimiento en las imágenes.

Mucho tiempo más adelante se inventan formas de representación que tengan ese movimiento, por ejemplo el teatro de sombras  (sombras chinescas) en el siglo XVIII unos de los primeros logros de representación en una pantalla con movimiento.  

Físicos y matemáticos estudiosos de la física de la luz se interesaron por este tipo de representación de imágenes y en sus trabajos con luz lograron conformar la Cámara oscura. Una caja oscura con una ligera entrada de luz que se convertiría en el objetivo es lo que permite la entrada de la luz en imagen que queda plasmada en la pared opuesta al interior de la caja.

Más adelante aparecería la Linterna mágica, que constaba de imágenes dibujadas en láminas de vidrio que se colocaban antes del objetivo y que proyectaba paisajes donde generaban el movimiento de las imágenes con la intención de contar historias.

El desarrollo de la cámara oscura dará como resultado la primera fotografía en la que ya habría una representación idéntica de la realidad. Esto, entre otras cosas, trae consigo el movimiento vanguardista pues después de que la pintura fuera la única forma de representación en imagen visual, pierde esa prioridad haciendo que se cuestionara a sí misma y su reinvención.

Más tarde, con la amplitud del trabajo en las cámaras, siempre en busca de esa representación del movimiento soñada, Joseph Nocéphore Niépce -el realizador de la primera fotografía en 1836- y su compañero se encargaron de desarrollar el Daguerrotipo (el segundo se encargó de sacarlo a la venta a la muerte de Niépce), que puede representar imágenes más definidas e instantáneas. De ahí se trabajará en el desarrollo de la ilusión del movimiento con aparatos como: Taumatropo (1824), Fenaquistiscopio (1829), Zootropo (1834), Praxinoscopio (1877). En 1877 realiza la primera serie fotográfica en instantáneas de un caballo de carreras por Eadweard Muybrdge proyectada en un Zoopraxiscopio inventado por él. Étienne J. Marey perfecciona la técnica e inventa el Fusil Fotográfico y la cámara de Coronofotografía. Ya en 1888 Georges Eastman introduce el rollo fílmico y por otro lado Thomas Alva Edison inventa el Kinetoscopio que era un aparato individual en donde eran proyectadas imágenes que pasaban en rollo en el interior de la caja.

Hasta 1893, con el estudio de los hermanos Lumière logran construir el Cinematógrafo. Así en 1895 se logra hacer la primera proyección de las imágenes reales en movimiento llamada “la llegada del tren”. Esto marcaría el rumbo de un nuevo aparato perceptivo, en adelante a pesar de que los mismos hermanos Lumière abandonaran el proyecto por creer que se había logrado todo y no  tendría más futuro la cinematografía.

No obstante, lo que debemos reflexionar con el avance de estos inventos es que funcionan como aparato, como objetos que afectan a la percepción del mundo. Y esto logró que encontráramos la representación del mundo en movimiento en imágenes, en las imágenes reflejo que ponen en cuestión nuestra necesidad de creación que surge de nuestra imaginación. Porque en nuestra imaginación podemos ser ese humano prehistórico con la necesidad de representarlo pero los aparatos que han surgido hasta ahora han cambiado también nuestro sentido de vida. Sin embargo existen aún algunos que le dedican tiempo a esa reflexión de la representación, y que intentan llevarla a otros. El cine es una pieza fundamental hoy en día, pero no cualquiera lo consigue. 

[1] Pongo entre comillas el concepto de obra refiriéndome  a obra de arte, ya que no cualquier intento de cine podría llamársele obra de arte. Probablemente al paso de la información en estos artículos podremos tener un juicio propio e informado para distinguir cuándo una obra es obra de arte o no.
[2] El concepto de Aparato es aquél que proviene de pensadores como Walter Benjamin, Jean-francois Lyotard, Jacques Ranciére, Michelle Foucault y Gilles Deleuze. Este aparato estético es aquel que nos permite pensar la técnica y al objeto técnico como una instancia que forma percepciones.

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domingo, 29 de noviembre de 2015

Los Gatos no pueden Volar

El acto de Les Optimistes, compañía de circo francesa, tocó temas cotidianos como el amor, la amistad, la soledad, la traición...




Les Optimistes presentaron por segunda vez Los Gatos no pueden Volar. Con pequeños actos de acrobacia, aro aéreo, mástil fijo, malabares y cuerda lisa, los diez integrantes fueron desarrollando sus vidas día con día de una manera más pintoresca.

Uno a uno, o en parejas, iban desarrollando números de malabares en donde el nivel de dificultad aumentaba al tener que atrapar los objetos después de que pasasen por el centro de un aro que sostenía otro compañero. Dentro de esta acrobacia, se iba desdoblando una coreografía perfectamente sincronizada en donde el asombro del público era la principal motivación.



Este juego de malabares se extendió a una discusión y juego de seis de los artistas en escena, mientras pasaban el rato en un sillón dentro del set, entre todos iban manipulando las pelotas y cambiando de lugar: como si la pelota misma fuera la palabra que cada persona toma dentro de un debate en una reunión común y corriente.


Entre otras interacciones de este grupo de amigos, hubo también acercamientos románticos: cortejos en los que se ofrecía -en vez de una canción- un acto en mástil fijo (ese es el sueño).

Como en todos los grupos, había roles que se cubrían entre los integrantes. Estaba la enamoradiza, que no hacía más que preguntar si alguien querría casarse con ella; estaba el hiperactivo, que con sólo un par de gotas de alcohol se ponía agresivo y buscaba pleito con quien se le pusiera en frente, incluso si eso diera pie a una gran coreografía de acrobacia de piso. 

Entre pláticas y desvelos que pasaban juntos, era inevitable hablar de sus sueños: de lo que los motivaba a levantarse todos los días. A pesar de que estos en un principio sonaran irracionales e inalcanzables -como volar- podían hacerse realidad con las herramientas necesarias. Como los gatos, que no vuelan precisamente sino que maniobran para caer en las cuatro patas, ellos podían servirse de una cuerda lisa o un aro aéreo para separarse del piso y balancearse en el aire.





Al fin de cuentas, los sueños inalcanzables sólo necesitan el medio correcto para convertirse en realidad.


Se tuvieron sus altos y sus bajos, como siempre, y fueron retratados con guturales blues como música de fondo, pistolas y muerte, pero de repente todos perdían la cabeza, se volvían locos. Y en la fiesta se lanzaban al aire, se colgaban de aros, se paraban de manos, hacían acrobacias entre ellos, y festejaban la vida: arriba o abajo, festejaban vivir alrededor de quienes los hacen vivir mejor, amigos que se convierten en familia y que vuelan con ellos.




viernes, 27 de noviembre de 2015

Esto, la vida, es un juego. Déjate caer.

Texto y fotos: Inés Magaña


Larva, animal que se encuentra en la primera etapa del desarrollo posembrionario, justo entre en inicio y la posibilidad, al igual que los artistas circenses, siempre inocentes y atrevidos. Quizá por ello los niños que se encuentren entre el público se atreverán a acercarse al escenario y arremedar a los artistas internacionales que se presentarán en la Gran Gala de Lechugas del FICHO.

Faltan treinta minutos para que comience el espectáculo, un hombre está en la cuerda, arriba muy arriba, su visión del espacio aún vacío es privilegiada, otro hombre, que ha decidido caminar en calzones rojos por el recinto, practica su número con los bastones. Las luces continúan dormidas, los susurros vivos, igual que sus ansias por conocer al público.

Cuerdas, maromas, bamboleos, gracia, “Paty, acomoda la luz” y “ahorita nuestra chamba es que esté limpio”. Claro, antes de que las lechugas y flores comiencen a volar en el aire para impactar en el cuerpo y rostro de los artistas cuando la trompeta de Rigoberto, el floor manager, lo indique al finalizar cada acto. Esto es la Gala de Lechugas y así se interactúa entre los que están dentro y fuera del escenario.

De pronto “ingresa público, todos a camerinos”, unas luces iluminan el escenario, se dirigen a un trío de músicos: cello, piano y un juego de platillos con una especie de instrumentos con forma de caparazón de tortuga. Juntos, la precisión de los seis brazos de los músicos comienza a seducir al público mientras inicia el primer espectáculo. Las voces de los que acaban de acceder al escenario de LARVA pululan en el ambiente antes mudo y los niños ya bailan al ritmo de la música, se alejan de sus padres.

Piano, cello, platillos y el tambor tortuguesco, qué goce para los que escuchan a los músicos; indulgentes a la indiferencia de la mayoría. Ya no quedan asientos disponibles, pero el suelo sirve igual. Rigoberto aparece en escena y pone orden, también diversión “¿cómo están hoy preciosos, están listos?”. Aplausos, muchos, fuertes. A Rigoberto se une Lechuga Manager, quien presenta al elenco internacional con rostros árabes, canadienses, chilenos, brasileños, franceses, mexicanos… 14 países se han unido esta noche.


“Lleve sus lechugas y sus flores”, van diciendo entre el público los vendedores ambulantes. Apagan las luces que iluminan al público, todas se concentran en el escenario, comienza el primer acto: el artista de calzones rojos ahora lleva una máscara, a él se ha unido una mujer, máscara en rostro también, fingen luchar haciendo gestos, sonidos guturales de “aaaaah” y causando risa entre los presentes, la mujer gana y Rigoberto hace sonar su trompeta para que las hortalizas sean lanzadas, pero el público aún es tímido y las lechugas y flores se hacen esperar. El segundo acto compensará la falta de proyectiles, una pareja de enamorados danza dentro y fuera de un aro, hipnotizan con sus movimientos efímeros, ella viste un vaporoso vestido negro, él unos jeans roídos y blusa negra, se acercan y alejan, salen y entran al aro, al fin se abrazan, ¡aplausos y lechugas!



En la Gala de Lechugas el elenco hace de todo, por ello los artistas también fungen de presentadores de los actos, o barren las verduras de regreso a las manos de los espectadores que ya han calentado el brazo y olvidado la timidez. El tercer acto se acerca con el caminar de un músico que, cello en brazos, arrastra una silla detrás de sí, la ha unido con un cordón a su pantalón. Cuando ha llegado al fondo del escenario, se sienta, comienza a cantar sobre una estrella que brilla para todos excepto para él, se enoja, “¿por qué no brilla para mí?”, gesticula al público y le hace reír, después arranca una dulce y añorante melodía a las cuerdas de su instrumento, el público calla, escucha, y olvida el trompetazo de Rigoberto, aunque cuando lo escucha, ovaciona con hortalizas al brasileño.

El siguiente número ha pintado un círculo de luz en el centro del escenario, ahí se encuentra un hombre vestido de negro que no lleva aros, ni bastones, ni instrumentos musicales, ni máscara… sólo su cuerpo y emociones, las cuales transmite con cada movimiento de sus manos, piernas, cuello, tórax. El círculo de luz es su reino, y no sale de éste en ningún momento, tan sólo cuando la música finaliza y el hechizo se rompe, entonces, resuelto y sonriente, se acerca a su público con brazos abiertos a ser ¿lechugado y floreado?


Para continuar con la magia, la mujer del primer acto, aquella que ganara la batalla, se acerca con un hombre que toca la guitarra. Un aro, quizá el de la pareja de enamorados del segundo espectáculo, pende de un hilo. Al aro se dirige la campeona, a una silla el músico. Con las notas de la guitarra inician los contoneos de la artista en un frágil objeto que controla con maestría, la flexibilidad de su cuerpo impacta, también las manos dóciles del guitarrista que marcan el compás del acto. Es visible el dominio de la mujer sobre sus movimientos, sin embargo, disfruta haciendo reír a los niños y presentes, por ello juega a que no sabe lo que hace, que teme caer del aro, juega, de hecho, a ser uno de nosotros si nos encontráramos en su situación. ¡Trompetazo Rigoberto!, ya sabemos qué sucedió después.

Se acerca el intermedio, pero antes, en un último intento de despistarlo, tres artistas marcan su territorio en el escenario. La música en vivo, es un elemento constante, se ve porque uno de ellos lleva una pequeña guitarra con la que desea distraer a los otros dos de una pelea en la que se han enfrascado, pero no funciona, y si no puedes contra ellos: únteles, por ello decide olvidar su instrumento y saco de vestir, para enfrascarse en la lucha que desarrollan en cámara lenta, con claveles y hojas de un libro que han decidido lanzar por el aire, ¿por qué no? Carcajadas, aplausos y se encienden las luces que iluminan a los espectadores.


A desentumir el cuerpo, los sentimientos y comentar los shows al compás del mismo trio que antes de la Gala inundara el ambiente, si es posible, la música es más dulce, quizá emana de todo el cuerpo de los músicos, no solo de sus manos. Están concentrados en su arte, ojos cerrados, ceño fruncido, sonrisa tranquila. Nunca se debe olvidar ver al rostro de los músicos cuando tocan, su entrega es completa, se rinden ante las notas, saben que están seguros.

Quien no está seguro es el siguiente artista. Cuando las luces se dirigen al escenario de nuevo, un hombre comienza a caminar alrededor de un gran pole, gira alrededor de él, en una dirección, en la otra, se aleja, regresa, los sonidos de un tren oxidado alteran las emociones. Su actitud es retadora, toma al mástil en sus manos, sube, sube más, está a más de tres metros de altura… ¡se deja caer!, queda a tres centímetros del suelo, ni siquiera hay una colchoneta que lo proteja. No le importa, ha conquistado al público y está listo para recibir la lluvia de hortalizas, cuando se acerca a los asientos, el público observa sus ojos hipnóticos, tan azules que cerca están del blanco, encuentran el marco perfecto en su tez morena.

Para continuar con la seducción, dos mujeres, dos contorsionistas que unen sus cuerpos hasta hacerlos uno, claman su poder sobre el escenario. La confianza entre ambas es total, lo dicen sus movimientos, sus bailes pausados. Lo primero que hace una es recostarse en el suelo, boca arriba, su compañera coloca su pierna en su frente, camina sobre ella, tranquila y segura de la entrega de la otra. Son frágiles y atléticas como sólo los artistas circenses logran ser, continúan con su número, impactando al público e impactando sus cuerpos. Es uno de los actos que más “wooows” logra sacar de las gargantas presentes. Rigoberto se acerca, da la señal de ataque y las lechugas son proyectadas en el aire, una de las mujeres, la de la derecha con camisa gris, recoge un puñado de flores y verduras y lo mastica juguetona.


En el último acto que presenciaré una cuerda gruesa pende del techo, en ella se colgará un hombre que la hará hondear entre su cuerpo. El sube y baja es constante, se acerca al suelo, se aleja del suelo, viste un suéter gris y jeans del mismo color. En un arranque de seguridad, obtenida en una vida de entrega y práctica, ata alrededor de sus ojos una tela que le vuelva ciego, y sube, ligero, hacia el techo del foro, para atarse y desatarse de la cuerda, pareciera que va a caer, solo su fuerza lo mantiene a flote. Lo único que cae por montones son los aplausos, y el trompetazo, y las lechugas, y las flores, y los silbidos.


El show continúa dentro, yo me alejo hacia la noche, a veces es mejor no tener la memoria de un fin en la mente, la Gala de Lechugas merece permanecer inconclusa, con una eterna posibilidad, igual que una larva. Cuando salgo me topo con el hombre de ojos cuasi blancos, toma una cerveza, me acerco y lo cuestiono sobre las razones que lo han traído desde Jerusalén; ciudad antigua y azotada por la guerra, hasta Guadalajara: “No puedo parar, si lo hiciera me sentiría inútil, mi vida no tendría sentido. He elegido el arte para expresarme, otros, las armas.”, confiesa Fadi Zmorrod.



Todo ha terminado para mí, y las conclusiones de aquella noche son claras. Todos los artistas transmitían el mismo mensaje en la Gala de Lechugas: Esto, la vida, es un juego. Déjate caer.

Tradiciones Urbanas narradas desde la Danza


Una recepción con pan de muerto, chocolate caliente y boleros tradicionales fueron preparando al público que llenaba todos y cada uno de los lugares disponibles del Foro Periplo para lo que seis bailarines presentarían en un lapso menor de una hora.

La escenografía coincidía un la descripción sobre el programa de mano: espacios mágicos de la cultura mexicana que reunían los volcanes enamorados, el Callejón del Beso, una silueta de el Charro Negro y otros rincones que conocemos por la narración de leyendas que hemos presenciado desde que somos pequeños.


Número por número, seis leyendas tradicionales fueron representadas con la expresión corporal de estos seis bailarines. Su vestuario e interpretación eran contemporáneas, lo que hacía un choque cultural con los relatos que contaban.

Sombras corpóreas que representaban a la muerte, a un enemigo o a ellos mismos, polarizaban las coreografías mientras los reflectores seguían a los personajes principales que caracterizaban a La Llorona, o a Pascualita. Y con el mismo sentimiento de desgarre y dolor: que es atemporal a relatos tradicionales, los bailarines retorcían sus cuerpos para escapar de aquello que los succionaba a la oscuridad con la que habrían de vivir el resto de la eternidad.


Álbum de Fotos 


martes, 24 de noviembre de 2015

Talento mexicano y ¡mucho FICHO!

Once artistas mexicanos fueron los finalistas para presentar su acto original en el Tercer Concurso Nacional de Circo de Creación dentro del Festival Internacional de Circo y Chou de México.

El talento circense mexicano tuvo la oportunidad de presentar actos de creación original frente a un jurado internacional la noche del lunes 23 de noviembre en el foro del LARVA


Con una combinación de expresión artística en el aire y en el suelo, Eduardo Emmanuel García Torres presentó su número de mástil volante. Vestido como un guerrero, conquistó el tuvo aéreo que al mismo tiempo lo sostuvo y se permitió enredar con el cuerpo del artista.





Con un traje y un acto de folclor mexicano,
concretamente bajo las tradiciones del
Estado de Nayarit, Germán Emiliano Cedillo
demostró un poco de su experiencia
como danzante al combinar el baile tradicional
de Nayarit con un acto de devil stick con machetes.

Así compuso el segundo número de la noche,
mezclando un poco de cultura mexicana
con las artes circenses y escénicas de la noche.



Como parte del jurado, se encontraban presentes invitados por parte del festival FICHO que forman parte de la industria del circo contemporáneo en México y otros países. Ya sea por ser artistas participantes o fundadores de compañías de circo, o periodistas culturales.


José "Le Petit" Duarte presentó un acto en cintas volantes que invitaban al espectador a sumergirse en la bella danza que vive un artista durante la ejecución de su arte. Con altos y bajos, el cuerpo de "Le Petit" Duarte aumentaba la frecuencia de la onda que nos movía a todos desde nuestros asientos.

"Le Petit" Duarte fue el ganador del Segundo Lugar del Concurso, un cheque de $3,000 pesos y una escultura de dos artistas plásticos tapatíos fueron sus preseas, a parte de la ovación y aplausos del público por su gran acto.


Con su acto de clown, el súper héroe Super G, divirtió a asistentes y sinodales entre que iba y venía por el espacio del foro. Guillermo de León Keijzer se entretuvo con clavas mientras las pasaba de una mano a otra, con diferentes técnicas y estilo.


Edgar Lafarga Loreto presentó uno de los números más emotivos de la noche, sobre la cuerda lisa fue desprendiéndose de todo lo que lo ataba al piso. Iba arrancándose partes de él mientras más avanzaba en su viaje a lo más alto de su instrumento. Un virtuoso de la cuerda lisa mostró su fuerza y técnica sin separarse de la emoción que atravesaba su acto.

Edgar Lafarga Loreto fue el ganador del premio Periplo, otorgado por su director Juan Méndez, que fue uno de los dos premios especiales que se dieron a parte de los tres primeros lugares. Con este premio, Edgar podrá entrenar con la compañía Periplo por una semana y se podrá presentar con su acto en su foro.


El ganador del primer lugar del concurso y $5,000 pesos. Humberto Jiménez Ríos presentó "Kalambres", un acto que mezclaba clown, equilibrio en alambre flojo, malabar y antipodismo. Cada vez que hacía reír al público, aumentaba la dificultad de su disciplina, y así fue escalando hasta encontrarse con fuego a sus pies mientras se balanceaba sobre su espalda en el alambre.


José Antonio Ruiz Morales fue el único de la noche en subirse al trapecio, que además utilizó como herramienta para doblar su cuerpo de maneras inimaginables. Su número estaba dedicado a las víctimas de la violencia en el país. Tuvo escenas viscerales que expresaban ira e impotencia, para terminar con el eco de la frase: "Me da rabia que digan que ya se hizo justicia".


Como contra propuesta a la pesadez del acto pasado, Marianna Mancebo mostró con delicadeza una coreografía en suelo y aire ayudada por música clásica en piano y cintas aéreas. 


Desde Chihuahua, la compañía Tia Tro dibujó líneas entre el raciocinio y la alegría de la locura. De un lado de las tiras de precaución tenías permitido hacer todo: malabares, clown, mano a mano... del otro lado... podías mirar.

La compañía Chihuahuense fue la ganadora del segundo premio especial, por parte de la compañía de CDMX Cirko de Mente. Tendrán una semana de residencia en su compañía más la presentación de su acto.


Ganadora del tercer lugar del Concurso Nacional, Nancy Luna conquistó al público con una coreografía en aro aéreo que desenvolvía todas las emociones que se entrelazan y compactan cuando se está enamorado. Euforia, paz, desesperación y alegría eran algunas de las emociones que empujaban a Nancy y le daban vuelo mientras se balanceaba en el aire.






Para cerrar la noche, el dúo
de mano a mano Dúo Oscilante
rindió tributo a la celebración 
de Día de Muertos con una
coreografía de contorsión, 
danza y mucho apoyo vertical
entre las sombras y luces que,
como la vida, les daba el foro.








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