Foto: Carmen de la Torre
El clown es el arte de despertar al niño interior que llevamos dentro.
En Sombra Emergente buscamos dar difusión a eventos significativos para la escena local, en donde el arte se convierte en agente de cambio y transformación social.
Hace tiempo que dejó de ser sorpresa que Foro Periplo se llenara por completo para un evento. La gente esperaba la hora de entrada en el Café Pícaro, e incluso en la calle. A las 8:30 se dio la entrada del esperado show de clown del francés, Yann Costa.
Se llena el foro.
Baja la luz.
Una masa azul se presentó en el pequeño espacio que el amplio público dejó como escenario. Se movía con hiperactividad, mostrando de vez en vez un pie, una mano, un rostro. Comenzó a tomar forma corpórea, hasta que una nariz roja se asomó por un orificio de la tela. Un cuerpo masculino salió de su membrana, con frizz en el pelo y brazos y piernas descubiertas.
Con su atuendo de payaso, añadió entretenimiento con malabares en los que lanzaba pelotas de distintos tamaños al aire. Antes había interactuando con cada una de ellas, dándole personalidades diferentes cuando las sacaba de su misterioso y amplio saco.
La actuación de Yann Costa fue conmovedora: dando un golpe de frente a la realidad oscura y sangrienta que vivimos. Con la escasez que vivimos de gestos de alegría y risas sin argumentos, la noche ofreció un respiro al corazón, un contacto humano entre un artista y su público: un instante de conexión fraterna dentro de la íntima caja negra en el centro de la ciudad.
Gran parte de su acto, Yann invitó a una niña del público a ser su co-artista. Lograron hacer un mismo personaje en el que la inocencia y las risas fueron los elementos principales para apostar por las artes circenses de la ciudad: un horizonte prometedor en el que el arte inyecte vida y optimismo a la escena local.
La música marcaba la pauta del número: dando una atmósfera mágica con un acordeón parisino, ritmos de jazz marcados y movidos, e incluso unos acordes oscuros y melancólicos, con los que terminó su número.
Al final de la noche, Yann Costa cayó en la cuenta de que, para hacer un acto completo de clown, "El payaso debe entregar su corazón al público".
Después de un show lleno nobleza y muchísima creatividad; Yann se esmeró en poder entregarse por completo al público, que ya estaba en sus manos. Así terminó su noche: creando una conexión humana y empática con la que muchos artistas sólo sueñan crear.
Al final de la noche, Yann Costa cayó en la cuenta de que, para hacer un acto completo de clown, "El payaso debe entregar su corazón al público".
Después de un show lleno nobleza y muchísima creatividad; Yann se esmeró en poder entregarse por completo al público, que ya estaba en sus manos. Así terminó su noche: creando una conexión humana y empática con la que muchos artistas sólo sueñan crear.