lunes, 29 de febrero de 2016

Montaje Narrativo

Columnista: Ricardo Navarrete

Partiendo de la concepción del montaje como aquel ordenamiento de imágenes que generan una temporalidad en el filme, siendo el punto esencial en la estética cinematográfica, es menester hacer la diferenciación que habíamos mencionado  en el artículo anterior de los tipos de montaje que podemos percibir.
Montaje: ordenamiento de imágenes que generan una temporalidad en el filme. 
Antes que todo, me gustaría aclarar que si ocupo nombres para identificar conceptos cinematográficos es meramente para identificarlos pero no porque sean reglas absolutas, ya que, como iremos descifrado, el cine al ser una herramienta artística puede transformar lenguajes y perspectivas.
"El cine, al ser una herramienta artística, puede transformar lenguajes y perspectivas."
Ahora bien, hablemos de montaje narrativo. Lo pongo así porque parece fácil captar de qué se está hablando. Aunque existen formas narrativas diversas, la más común es aquella teleológica en la que maneja una historia con un comienzo y desarrolla sus temática hacia un fin particular.



Si bien dentro del montaje narrativo pueden encontrarse formas sucesivas de ordenar las imágenes, siempre será aquella que intenta contar un algo con un principio y un fin.
Los tipos de montaje a los que puede recurrir el montaje narrativo son[1]:

  • A)    Montaje lineal: imágenes unidas en un orden cronológico.
  • B)    Montaje invertido: unión de imágenes que pueden ir del presente al pasado o futuro y regresar sin un orden cronológico.
  • C)    Montaje alternado: escenas que se yuxtaponen y pueden terminar unidas.
  • D)   Montaje paralelo: confrontación de imágenes, ya sean intercaladas o divididas pero que dejan ver una simultaneidad.


Este plano de montajes nos ayudará a ver e identificar a la hora de posarnos frente a la pantalla en un filme narrativo y pensar con el cine, siendo así un espectador distinto que piensa al mismo tiempo que experimenta y enriquece experiencia estética.





[1] Martín Marcel, El lenguaje del cine., Gedisa, España, 2002.

sábado, 27 de febrero de 2016

Teatro Físico con carga Crítica: Esta Puta Nostalgia

Texto y fotos: Nidia Beltrán

El viernes 26 fue la primera de tres funciones que se presentarán de Esta Puta Nostalgia en el Foro LARVA, y con un lleno total demostró su peso en el teatro local.



Diez albañiles recibieron a más de cien personas dentro de un espacio oscuro, iluminado sólo por linternas de mano y un par de aparatos que sacaban chispas al encontrarse con metal. Con una ensordecedora cortina de ruido, los obreros iban de un lado a otro del foro, saltando tablas de madera y rodeando las gradas que se llenaban poco a poco. Lo único que hacía que el público no confundiera el espacio con una construcción real, y la distinguiera como la obra que iban a ver, era una guitarra eléctrica improvisada que apenas y resaltaba de todo el ruido que la rodeaba.

Poco a poco se fueron reuniendo los actores en escena, para detener una tabla de aprox. dos metros y uno a uno: escalarla, detenerse diez segundos en el borde de (quizás) cinco centímetros, vislumbrar el oscuro alrededor, y dejarse caer en los brazos de sus compañeros. El ejercicio robó respiraciones de la audiencia, que ya estaba sentada en el borde de su asiento intentando reconocer las siluetas de las personas al centro del oscuro foro.




Así fueron acostumbrado a los espectadores a la obra: familiarizándolos con las numerosas tablas de madera que se aventaban de uno a otro, las mismas que cargaban como si fueran tan ligeras como se ven. Por momentos, la utilería parecía superflua, sólo un medio para llevar a cabo números de acrobacia y danza; hasta que empezaron a construir una estructura real en la esquina del escenario. Los cuerpos se movían sin parar: sudaban y se agitaban a lo largo del piso -que se iba cubriendo de polvo-. 

Entre cuerpos y utensilios de construcción elevaron un edificio sin paredes de seis metros, primero usando sus cuerpos para soportar la estructura, y luego clavando y atornillando los trozos de madera. No quedaba claro si se estaba viendo una obra de teatro físico o si nos estábamos asomando por el enrejado de malla de una construcción verdadera.

Entre el trabajo, los obreros iban formando lazos, sin mucho tiempo que perder, resultaba casi necesario el confiar en los otros: así como el primer acto, de dejarse caer sabiendo que lo protegerían, Se cuidan entre ellos en aras de un progreso de la comunidad. 

La construcción era un ser viviente, otro actor en escena: el monstruo que crece, devora y descansa, sólo para repetirlo en un ciclo interminable. Crece en materialismo, en patrimonio comunal, en progreso industrial... Devora vidas, la energía de los hombres, la humanidad de los mismos... Y descansa sólo breves momentos en los que esos obreros terminan el trabajo del día, reponen energías sólo para comenzar de nuevo.

Las hazañas que presumimos como ciudad se reparten: las medallas de progreso y modernidad; pero el trabajo, las muertes, el sudor y la vergüenza las aislamos, las segregamos en ese universo paralelo: el agujero negro donde un terreno se convierte en un centro comercial, un edificio de oficinas, un estadio...




jueves, 25 de febrero de 2016

El enladrillado Foro LARVA recibe Esta Puta Nostalgia

Texto: Nidia Beltrán

Esta Puta Nostalgia llega de nuevo a Guadalajara, ahora dentro de la eterna obra negra del Foro LARVA: que le agrega mística a la puesta en escena.




Previo al estreno de la micro-temporada que se hará de Esta Puta Nostalgia dentro de la Muestra Internacional de Butoh y Expresiones Contemporáneas, tuvimos la oportunidad de charlar con tres de los participantes en este retrato plasmado en una puesta en escena.

Iñaki Oyarvide - biólogo, músico y bailarín.
Emmanuel Becerra - artista escénico.
Roberto Zamarripa - director de arte de la obra Esta Puta Nostalgia.

Esta Puta Nostalgia, dirigida por Iván Ontiveros y Meztli Robles, retrata una realidad dura y muy pícara: la de los obreros en construcción. Es un sector oprimido y segregado de la sociedad, a pesar de ser los responsables de la huella de la humanidad a través de los años.
RZ: "[Esta Puta Nostalgia] habla de los edificios, de la construcción, de la gente que hace y que luego no figura. Hay una dualidad entre el peso social de la industrialización y el peso del Ser Humano, y ambos aspectos compiten, y luchan, y a veces gana uno y a veces otro [...] es dar voz a esa voz que no está."
Mucho de la obra es improvisación, a lo que Iñaki Oyarvide señala, no es crear algo de un bagaje que no existe, sino tener ya un lenguaje del cuál se pueda desarrollar algo nuevo:
IO: "La improvisación es un ejercicio de buscar y despertar en ti algo desconocido."
El teatro físico está en el límite que separa el teatro y la danza, entonces ¿por qué recurrieron a él?, ¿qué les enriquece más de una forma que combina artes y que pisa en el territorio de la interdisciplina? Roberto Zamarripa nos contestó esto:
RZ: "En esa comunidad de haceres distintos se busca destacar los talentos de cada uno en sus áreas particulares y, en la suma, en el discurso general de la obra."
RZ: "Me acerco a la inter-disciplina hablando de Teatro Físico, un poco desdibujando los límites, las fronteras [...] La interdisciplina es la materia prima con la que se trabaja."

Esto, habiendo dicho que en la obra participan arquitectos, obreros, bailarines, actores (y hasta biólogos).
RZ: "Estuvo la multidisciplina, la interdisciplina y ahora viene la transdisciplina: es algo pertinente de hoy que hace comunidad, que involucra el quehacer de muchos creativos."
Y a esto, Emmanuel Becerra añade:
EB: "Si tratáramos de enfocar la obra a un género en específico, iríamos en contra de nosotros mismos. [...] La realidad que vivimos no es una realidad hablada, la mayor parte del tiempo estamos callados, y solamente nos movemos en silencio. Y si nos paramos a observar una construcción, lo que vamos a ver son cuerpos en movimiento. Entonces realmente es una explosión de expresividad. Son cuerpos en comunión para crear algo." 

El progreso y la evolución de la humanidad, se mide en sus edificios: su arquitectura, su estructura. La construcción es la convergencia entre la Naturaleza Humana y la cultura, como la huella que deja el hombre a su paso.


En una obra que busca describir lo humano y su competencia eterna con lo industrial, el director de arte de Esta Puta Nostalgia nos cuenta uno de los aspectos más sensibles dentro de la obra, que toca la relación con el público: el riesgo. El riesgo que corren todos los días los obreros de las construcciones, así como el riesgo de imitarlos dentro de la obra.
RZ: "El estar siempre en suelos, espacios, inclinaciones distintas, nos implica un trabajo extra. Pero he percibido un fenómeno interesante en la respuesta del público que se me hace muy humano, que creo que es importante en las artes más que si hay o no un discurso intelectual: que es la empatía."
Finalmente, la obra es una propuesta única para poetizar la voz oprimida e ignorada de las personas que levantan las ciudades. Es una propuesta que busca sensibilizar el ojo del espectador, a fin de cuentas, una dramatización de una realidad más que cotidiana:
RZ: "Buscamos hacer una obra que comunique, que sea emotiva y que sea completamente profesional. [...] Estamos nutridos de diferentes escuelas, diferentes tendencias."
Terminando la entrevista, platicamos de este evento exclusivamente: Esta Puta Nostalgia el 26, 27 y 28 de febrero en el Foro LARVA. Muy emocionados dijeron que esta obra está pensada para el LARVA, es el foro predilecto, y el que le agregará mística al mensaje que buscan comunicar: sus paredes enladrilladas, su fachada de eterna obra negra...
IO: "Lo que yo imaginé desde que empecé el montaje fue: LARVA. Si la banda quiere ver lo que queremos hacer de La Puta Nostalgia, que venga a verla en el LARVA, lo vamos a hacer estos tres días aquí."


Esta Puta Nostalgia: 
Viernes 26 de febrero 20:00hrs -Foro LARVA
Sábado 27 de febrero 20:00hrs -Foro LARVA
Domingo 28 de febrero 18:00hrs -Foro LARVA

Venta de boletos en taquilla
Costo general $100


miércoles, 24 de febrero de 2016

Danza extranjera y picardía mexicana

Texto y fotos: Nidia Beltrán


El Festival Bailar Apantalla clausuró sus actividades del 2016 el viernes 19 de febrero en el Teatro Diana, y no pudo cerrar de mejor manera que combinando la destreza y habilidad de una compañía extranjera con el talento local.


El Teatro Diana se vistió de gala para despedir con un caluroso abrazo la quinta edición del festival que pone los reflectores en los artistas escénicos, visuales y musicales. La visión del festival es completamente innovadora, experimentando con la colaboración de artistas emergentes, artistas de talla internacional y conectándolo con el público de Guadalajara, poniéndole una medalla más al Semillero Cultural que es nuestra ciudad.

ASCENDance -Hedwig Dance Company


Como primero de dos números que se presentarían para cerrar la fiesta, la compañía de Chicago Hedwig Dance, nos sorprendió con una presentación de danza contemporánea. 

La luz era dura, creando sombras marcadas en los rostros de los bailarines sobre el escenario. Los miembros de la compañía norteamericana vestían todos de blanco, entre cortejos en parejas, movimientos espejeados, y actos de confianza que se consumaban en la caída libre de un cuerpo sobre otro, fueron conquistando la mirada de los asistentes, que se sorprendían con cada hazaña de los disciplinados danzantes.



Cuando nos tenían interesados completamente, sacaron de tras bambalinas tres figuras que unían muchos triángulos, como en forma de pasto. Con ellas empezaron a conectarse los unos a los otros, a usarlos de puentes, de portales, de tapetes... Para finalmente, desprenderlos de la rígida y compacta composición. Los cuerpos de papel estallaron entonces en volumen y en luz: creando infinitas posibilidades para el desarrollo de la trama en escena. 


Eran gusanos come-hombres, que al comérselos, los refugiaban de sus miedos, sus retos... 
Eran crisálidas, protegiendo a sus seres interiores mientras éstos realizaban su metamorfosis para salir al mundo más fuertes, preparados para enfrentar esos miedos y retos. 


Mientras se velaban esos cambios, proyección de agua, con sonidos del océano, acompañaban al público. Los bailarines que quedaban fuera pudieron danzar ante esta oda al mar: con movimientos delicados y pesados, como debajo del agua. 

En la pared que se imponía sobre el escenario, aparecían mandalas con movimiento, como manteniendo en mente la eterna repetición del ciclo en la vida, y cómo esos ciclos construyen el patrón más bello: la vida. Un patrón único y exclusivo: las experiencias, decepciones, ilusiones; una huella digital, el iris de una mirada única que ha visto su transitar en el mundo.


Orión -CRISOL Dance

Para finalizar la noche, la misma compañía que está detrás del trabajo en Bailar Apantalla, CRISOL Dance, tomó posesión de uno de los teatros más importantes de la ciudad de Guadalajara.

El performance comenzó con paisajes naturales y una narración en un dialecto indígena, la música que lo acompañaba parecía ser del mismo origen, dando una sensación de estar presente en un ritual. Bailarines de todas las partes del teatro se encontraron en el centro de la plataforma escénica, formando un círculo en torno a la luz que se proyectaba del techo al suelo. Entre danzas y movimientos muy apegados a la tierra, dieron a entender que pertenecían a una civilización -probablemente prehispánica-.



Llegaron entonces sombras, vestidas de negro y representaron la mutilación de la conquista. Capturando con redes a los habitantes del pacífico y natural espacio y subiendo a esas mismas a desempeñar algunas acrobacias de danza aérea.

Entre esta caza de humanos, bajaron maniquíes con vestimentas típicas de culturas mexicanas. Cada bailarín se postró frente a uno y lo despojó de las vestiduras para adueñarse de las mismas. En una transición de la conquista a un mestizaje, como en el que se construyó este país lleno de vida, de color y de diferentes culturas. 

No conformes con este claro mensaje, los miembros del acto bajaron a tomar personas de la audiencia que los contemplaba alegres y atónitos. Los integraron al número que se llevaba a cabo en el escenario y terminaron su acto sonriéndole a la evolución que nos hizo estar ahí, en ese momento, en ese lugar: en una celebración del arte y la cultura mexicana, en un presente colorido y frente a un futuro prometedor para las artes escénicas de la ciudad.


Álbum de fotos




lunes, 22 de febrero de 2016

Circo Dragón lanza su red al público de Guadalajara

Miércoles, 17 de Febrero 2016.

MULUK
“El Barco Fantasma”

Lugar: Carpa Dragón

Foto: Emmanuel Moreno

El piso vibraba mientras la gente iba caminando a tomar sus asientos, había olor a palomitas de maíz, se escuchaban murmullos, parejas iluminadas por las luces blancas que recorrían como faros el lugar, niños tomados de las manos de sus padres y el cosquilleo constante en el estomago de emoción. Diferentes acciones y sentimientos ocurrían debajo de la Carpa Dragón el Miércoles 17 de Febrero mientras la gente se preparaba para la función de MULUK “El Barco Fantasma”.

La gente se ponía cada vez más ansiosa y el punto máximo llego cuando por las bocinas pudimos escuchar “Damas y caballeros esta es la tercera llamada, ¡Comenzamos!“ y como si hubiéramos entrado a otra dimensión las luces se tornaron azules, el humo comenzó a esparcirse en el escenario como si se tratase de una neblina en alta mar y pudimos sumergirnos en las profundidades del océano, en las cuales nos presentaron a esta diosa de cabellos y atuendos blancos, mientras era acompañada por una voz en vivo de una mujer caracterizada de sirena.


Después de haber entrado a las profundidades regresamos a la cubierta de un barco muy peculiar, en el cual nos encontramos con diferentes personajes de la tripulación; desde piratas montando tiburones, otros paseando en monociclo mientras ofrecen los mariscos más frescos, hasta una imponente capitana capaz de tirar por la borda a cualquiera que la desafiara.

Se podían escuchar las risas agudas de los más pequeños en la audiencia cada que estos divertidos piratas recorrían el lugar, visitando asientos en el público, brincando en mesas o haciendo malabares con las cosas que tuvieran a su alrededor.


Se hacían diversas coreografías de baile en el barco que invitaban al público a formar parte del ambiente, se incluía a la gente para hacerlos sentir que realmente están dentro de esta fiesta en la cubierta mientras luces moradas bailan alrededor del lugar.

Seguido de esto la emoción aumentó cuando comenzaron los actos circenses en donde se veían involucrados aros que giraban por todo el cuerpo de una contorsionista; otros donde la fuerza se veía desafiada por dos hombres que trataban de probar cual pirata es el más rudo mientras luces rojas llovían sobre el escenario; hasta momentos de angustia donde el cocinero de la tripulación trato de equilibrar un monociclo con la cabeza mientras estaba sobre tres bancos, los cuales a su vez estaban sobre un cilindro en una mesa más grande.

Siempre hay un momento en estos eventos donde todo se congela, donde se te olvida el impulso mecánico de respirar y donde todo se vuelve una fotografía, una que quisieras que durara hasta la eternidad. Ese momento llegó cuando nos adentramos de nuevo al fondo del mar, cuando el azul nos rodeo y volvió a aparecer la diosa de cabello y atuendo blanco; la misma diosa de la cual la sirena cantaba leyendas. Apareció rodeada de una red de pesca blanca, la cual sujetó a unos ganchos y se enredó en ella mientras subía con delicadeza. Una vez en aire se paseaba como si flotara, se columpiaba, sonreía y miraba todos aquellos rostros que se tornaron azules por la luz. Todo se congeló en el momento en que, con la red construyó una especie de capullo en el aire y se quedo ahí por unos instantes. Ahí es cuando uno se daba cuenta de por qué el color blanco, no sólo era una diosa, ahora nos dábamos cuenta que esa red había tomado una forma de ostra y dentro de esta se encontraba una perla; una pequeña, indefensa, pero hermosa perla de mar, buscada por todos los piratas pero protegida por aquella coraza que no dejaría entrar a nadie, ni siquiera a el arpón más hostil .


En “El Barco Fantasma” el público siempre tiene un nivel de importancia y participación muy notorio, la mayoría del tiempo había interacción con la audiencia y en más de una ocasión pasaron voluntarios al escenario. Cada que alguien del público pasaba, la gente se emocionaba todavía más porque si ponían a este individuo a hacer una tarea y la realizaba exitosamente toda la gente lo sentía como un logro comunitario, porque el apoyo estaba ahí, se creaba un ambiente de unión, se creaba empatía hacia ese individuo que representaba a cada uno de nosotros en la audiencia. Eso era magia, el que en una función logren crear empatía general hacía alguien que no habías visto jamás, pero que apoyabas y vitoreabas junto con él sus logros es crear magia, es generar sentimientos más allá del entretenimiento. Es generar una vitoria en común que une al público y a la obra.

Álbum de Fotos

sábado, 20 de febrero de 2016

Jaramar captura al público en su Atrapasueños

Texto y fotos: Nidia Beltrán


Con gran expectativa nos presentamos en la primera muestra de de Sueños, proyecto multidisciplinario que involucraba música, artes audiovisuales, danza y un poco de teatro.

La reconocida música -Jaramar Soto-, compositora y pintora mexicana ya se había referido a Sueños como:
"Usar distintos lenguajes expresivos en un mismo espectáculo."
Dicho espectáculo se llevó a cabo el miércoles 17 de febrero dentro del margen del Festival Bailar Apantalla, mismo que lleva como bandera la innovación y cooperación entre disciplinas artísticas.

La producción de Sueños fue una ola de energía auditiva y visual: el Foro LARVA, tan alternativo como es, se vistió con telas translúcidas que colgaban de una red movible, manipulada por titiriteros en las esquinas diagonales del escenario. Las telas caían desde el techo hasta el suelo, estaban humeantemente iluminadas por proyecciones desde el otro lado del foro.



La escultura viviente era como un atrapasueños: con una red en su cara circular, y con espumosas telas ligeras que lo unían con la realidad dentro del espectáculo.

Según la creencia popular, la función del atrapasueños es filtrar los sueños, dejando pasar sólo los positivos; los sueños que no se recuerdan son los que bajan por las plumas. Las pesadillas quedan atrapadas en la piedra.

Los músicos: dos cellistas, una tuba, una guitarra y percusiones, se encontraban a los lados del gran atrapasueños, y musicalizaban los encuentros de la cantante a lo largo de su viaje.



La trama de la puesta en escena, era una travesía lejos del mundo de los despiertos: habían enfrentamientos con la peor de las pesadillas: esa sombra que parece acechar cada uno de nuestros pasos, sombra encarnada por la bailarina Karen Luna. Con la música se seguía una persecución, confrontación y sumisión a uno mismo. Pues, a fin de cuentas, nosotros somos nuestros peores miedos, nuestros mayores retos.

Las telas que formaban paredes servían de refugio, luego se convertían en un laberinto asfixiante, en el escenario de un encuentro o en el mejor escondite: siempre siendo esa superficie de proyección de las imágenes de luz que lo embestían. 
Y ¿cuántas veces el sueño no ha sido eso: un refugio, un laberinto; cuántas veces no hemos anhelado un encuentro en él, cuándo ha dejado de ser una proyección?

Sublime, la música envolvía como una extensión de esa telaraña levantada a los ojos de todos, llevaba de la mano al público hacia el centro de ese atrapasueños: para ser filtrados o encerrados en la roca, pero nos atraía, como la araña cazadora al mosquito, nos indicaba -dentro de nuestra hipnosis- tanto la catarsis del enfrentamiento, como la incertidumbre de la persecución...

Entre la resaca del sueño: ese momento en que te sientes sobre una cuerda floja, sin saber si caerás al mundo 'real', o sólo cambiará el escenario de una más de tus proyecciones; los diferentes colores pintaban las extremidades del artefacto vivo, que ocupaba el escenario. 

Mientras Karen Luna, hacía lo que le placía con Jaramar: la subía, la bajaba, la hacía correr, esconderse o simplemente desplomarse conforme su mente la aplastaba. Dos partes de la misma esencia: el cuerpo de ensueño y el sueño corpóreo. 

Después de tantos escapes y reconciliaciones entre dos de los personajes más profundos e inter-conectados de nuestro inconsciente. Con la luz de la mañana, proyectada a través de las humeantes y cuasi transparentes paredes, Jaramar tomó sus alas, colocadas en su espalda por su yang, para salir de escena: para entregarse a esa luz, y desaparecer en esa confusa plasma que resulta en un recuerdo lejano al despertar. 

Álbum de Fotos


jueves, 18 de febrero de 2016

Perder la urbanidad


Columnista: Ricardo Robles
Escurrirse sin prisa
hacia la ausencia.
Dejar atrás
el rostro complaciente de la urbe.
Abandonar de un salto
el terreno de cartón
la postal plastificada
del turista

A pie (Luigi Amara)


Lugar: Xalixco – Los Altos de Jalisco
Hora: 15:07 hrs
Condiciones ambientales: El viento aporrea las puertas y hace temblar las ventanas.

A unos doscientos metros pasa la carretera. Girando a la derecha, a otros doscientos está un entronque, otra entrada al campo. El camino invita. El sol pega recio y nomás por eso se aguanta el ventarrón gélido. Al dejar los cables de luz en la carretera, el cielo es impresionantemente limpio. La urbanidad se pierde sin los cables, entonces, se está en el campo, verdaderamente al despoblado.

Troto lo más fluido que puedo. La tierra es casi blanca, un toque apenas de rosa como la cantera. Unas partes duras y otras bofas. Sorprende el pisotón en el polvo que se riega como si fuera un charco de maicena. Terracería de un solo camino definido por madera de aserradero (los originales) o troncos (los que parecen haber remplazado a los más viejos), y alambre de púas. Bordean los nopales, los huizaches chaparros que siempre están protestando; toman su distancia, están juntos en la causa pero respetan su lugar, su espacio: saben que no se moverán de ahí nunca, por eso su reniego. Parecen estar estacados al suelo seco y tieso y se estiran con dramatismo a las alturas. De esos, muchos: multitud. Enero ha secado la hierba y de las flores solo queda el duro centro que se convierte en una bola espinosa, las momias del otoño. El rey triste es el mezquite se abre igual de espinoso pero frondoso, imponentemente bondadoso. Impasiblemente solitario le hace sombra a la nada.

El camino dobla y a cada curva se renueva. Cala el frío viento en la cara. Una finca de adobes abandonada. Los nopales ya le parasitan en lo que queda del techo. Algo que parecen porquerizas junto a la finca más grande. Vigas muy viejas en el suelo rodeadas de más naturaleza muerta. Estoy muy agitado y apenas he sudado. Camino. La mirada me levanta la cabeza. Gorrioncillo pecho amarillo. De atrás me viene una sombra ligera. Es una enorme ave de rapiña, no sé qué sea. Se ha dado cuenta que bajé el ritmo. Descansa en el viento, nomás se acomoda y me mira. Se adelanta. Soy animal enfermo. Ha de escuchar mi respiración, mis ojos vidriosos y mi soledad. Huele a agua y con eso se hace inminente la lluvia. –Así aprendí de niño: podíamos jugar mientras unían fuerzas y se ennegrecían las nubes, pero una vez oliendo a agua había que correr para llegar de la unidad deportiva a casa sin mojarse.

Esta tierra solo tiene huella de carros, no hay evidencia de paso de bicicletas, de animales de corral, de perros, no hay rastro de pisada humana, y me inflama el pecho. Me siento a la conquista, en la fantasía del descubrimiento de una tierra virgen. Vuelvo a trotar, dobla la curva y se abren los matorrales, a la izquierda hay un charco del tamaño de unas cuatro casas (medidas urbanas). Hay muchos patos en formación. De un sauce llorón mucho más grande de lo normal levanta el vuelo otra ave de alas majestuosas también, plumaje blanco en la panza; quizá un gavilán o una lechuza que desperté antes de hora. Los patitos se espantan y se hacen bola en una orilla, otros levantan vuelo también.

Mi propio vaho me sorprende. De mi hombro se levanta más vapor de agua. Estoy hirviendo. Respiro agitado, me entra el aire helado a los pulmones. Dejo el charco atrás, a unos trescientos metros me encuentro entre sembradíos de alfalfa y sistemas de riego. Una hacienda al fondo. Ahora sí es momento de regresar. Doy vuelta en u. Sorprendente cómo el regreso siempre parece más rápido, el charco y las aves que se levantan; los matorrales y los mezquites; la finca de adobes, los nopales y las flores muertas. Voy a prisa, hay que volver a casa. La lluvia me enfría, ya no vaporizo como al principio. No sé si es agua o sudor. Sufro el último kilómetro. Me sobrevuela la enorme ave, parece más bien un zopilote. Me mira sufrir con el rabillo. Baja más y más. Tengo que  caminar, el dolor de caballo me hizo la mala. Le alcanzo a ver el pico y el color de las garras. Me pasé del entronque. Le entierra las garras a un poste de luz, ya no me sigue. Me doy la vuelta, ahora yo soy quien se acerca. Despacito, con pasos cortitos, no hago ruido. Es hermoso. Abre las alas enormes y emprende el vuelo de regreso para allá donde no hay más cables de luz.