Una de las compañías de circo más reconocidas en Guadalajara, Circo Dragón, dio un grito de llamado a todos los que quisieran subir al submarino británico el pasado viernes 7 de agosto.
Con sólo tres miembros de staff y entre los mismos artistas sirviendo como escenógrafos, el crew de Circo Dragón se esmeró en proveer una velada de arte, luces y mucho talento a los espectadores que cantaron con las canciones y aplaudieron con las demostraciones de disciplina que el arte circense exige.
Como parte de su programa #DragónEnvuelve, inauguró su función Beatles Revolution en su escuela y foro, ubicado en Aurelio Ortega 538. La gala de inauguración tuvo como invitados a: la Asociación Civil CORDICA 21, al cuidado de niños con Síndrome de Down y la Casa Hogar Escalar, que da asilo a niños abandonados.
Con la temática de la banda que abanderó de la Invasión Británica, los artistas llevaron a cabo coreografías de danza con acrobacias y otras disciplinas circenses como parado de manos, contorsión y aro aéreo. Desde Get Back a Hey Jude, pasando por clásicos como Strawberry Fields Forever y Love me Do, los ocho artistas en escena se mezclaron en equipos y realizaron números individuales con la banda sonora de los Beatles.
El primer número fue de parado de manos, con un seductor While my Guitar Gently Wheeps. Los movimientos eran lentos, pausados: mientras se podía ver cada músculo de la espalda, los hombros y brazos tensarse y relajarse dependiendo de la posición. Apoyado en tres diminutas bases -apenas del tamaño de la palma de la mano- el artista se iba moviendo de una base a otra, levantando las piernas, haciéndolas girar y deteniéndose cual estatua de mármol en diversas posturas.
Continuó un número romántico y soñador, con el piano de John Lennon en Imagine, una pareja se elevó y voló con su imaginación, ayudados por el aro aéreo. Los artistas escalaban el cuerpo de su compañero para dejarse a merced del aire, sostenidos sólo de un pie o de una mano. Recorrían la mitad superior del foro con gracia y romance, enlazando sus cuerpos entre sí.
Para aumentar el ritmo, Strawberry Fields Forever acompañó con aplausos y cánticos en el coro al malabarista que, con clavas iluminadas, llenó de destellos las sombras en las que hacía girar los pinos de boliche de una mano a otra. Primero en un diálogo cómico con una de ellas, luego dos, tres, cuatro... el artista que vestía un gracioso overol rojo como de terciopelo, lanzaba los objetos al aire y los atrapaba antes de que tocaran el suelo.
El mismo malabarista fue quien desarrolló una coreografía con un gigantesco aro, números más tarde. Moviéndose al ritmo de Lady Madonna y Help! el overol rojo giraba en patrones inesperados alrededor de todo el foro con los amplios giros del pesado aro tamaño humano. Con dos brazos, con uno; con dos piernas, con una, sin ninguna, fue como conquistaba el aro que lo llevaba por cada uno de los rincones del que funcionaba como escenario. Con posiciones como la bandera, o colgado de los dos brazos, iba moviéndose alrededor del circular objeto: el que a su vez lo ponía de cabeza y de vuelta en su posición vertical de giro en giro.
El evento funcionó como recaudador de fondos, mismos que serán destinados a la causa #DragónEnvuelve. El programa pretende llevar espectáculos acrobáticos gratuitos a Asociaciones Civiles con distintas causas, con el objetivo de crear conciencia humanitaria y regalar felicidad.
Los psicodélicos acordes de Because y Lucy in the Sky with Diamonds fueron la alfombra sobre la que pasaron a hacer acrobacias de piso cinco de los ocho participantes de la velada. Entre tres hombres y dos mujeres, actos de mano a mano, contorsión y pulsadas llenaron el espacio de asombro y admiración por parte del público. Entre coqueteos y seducciones, los circenses se abrazaban para subir a los hombros de sus compañeros y sobre ellos pararse de manos o incluso saltar a los brazos de otros.
Los fuertes y macizos cuerpos de los disciplinados artistas servían de estrado para colocarse: sobre los cuellos de otros, sobre sus espaldas o usar como soporte en una difícil parada de manos.
Uno de los números más desgarradores fue elaborado sobre un mástil chino. El tubo quedaba flotando: delicado pero majestuoso en medio del set. Mientras que la mujer de la pareja en escena cantaba sentimentalmente la despechada Oh Darling. La dedicatoria era para el fuerte y escurridizo hombre que subía y bajaba por el mástil, al mismo tiempo que éste se balanceaba en círculos: como indeciso, como arrepentido.
Cuando tenían al público al hilo del drama, la consoladora y esperanzadora Love me Do sonó para dar pie al acto de la flexible contorsionista que se adueñó del foro. Con un leotardo rojizo y el cabello agarrado en una larga cola de caballo, desplazó su cuerpo sobre y por debajo de una mesa de madera puesta al fondo del set. En arcos y paradas de manos convirtió un cuerpo humano en un instrumento de energía y música, que fluía de un lado a otro: sobre el piso y en pies o manos.
Ya todos emocionados y ansiando más, se le dio al público un cierre con broche de oro. Dos de los acróbatas más reconocidos y con más experiencia de Circo Dragón se adueñaron del trapecio aéreo para encarnar una de las más conocidas obras del cuarteto británico. Hey Jude sonó mientras el par de acróbatas hacía piruetas de alto riesgo dejándose sostener sólo por el instrumento primario del circo y por su compañero. No sólo recorrieron todo el trapecio: sino que entre ellos formaron nudos corporales en su esfuerzo por combatir la gravedad.
Ovaciones de pie y aplausos fueron el resultado del trabajo que Circo Dragón compartió con niños y adultos la húmeda noche de agosto en Guadalajara, su hogar.
Álbum de Fotos
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