
Varias aventuras se vivieron con tres integrantes de Bravísimo en torno al zapping en la televisión. Con un
Los actores, al mismo tiempo de ser personajes, eran la escenografía -funcionando como nave espacial, como paredes y gimnasio de entrenamiento intenso-, eran los efectos sonoros -de propulsiones y explosiones- y efectos visuales -cambiando los planos de general a detallado y agregando escenas en cámara lenta cuando la trama lo ameritaba-.

Pero ¿cuándo fue la última vez que hicimos coreografías, saltos y carreras dentro de una historia tan real y fantasiosa al mismo tiempo?
Ojalá pudiéramos seguir divirtiéndonos como cuando éramos niños
Después de la diversión de seguir a los personajes principales por sus viajes, la obra dio un giro para convertirse en una sátira, que en su humor escondía una crítica a la enajenación y la realidad distorsionada que habita en la televisión.
Con comentarios aislados, los tres personajes se hicieron conscientes de su condición de estar dentro del aparatoso creador de contenido audiovisual. Fue entonces cuando rompieron las fronteras entre la TV (escenario en este caso) y el espectador. Espacialmente, el escenario se extendió hasta las butacas, explorando los límites de las transmisiones televisivas: que muchas de las veces se deberían quedar dentro de ese proyector, y no convertirse en una extensión de nuestra realidad.

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